NANCY CAZARES GARCIA
UNIDAD 3
RELATORIA 1
TEMA: REORGANIZACION ECONOMICA MUNDIAL, REFORMA, MODERNIZACION Y DESARROLLO SOCIAL.
La deuda externa que empezó a ser tratada como complementaria a la inversión nacional en la década de los 70, o un problema de caja en la crisis de pagos de 1982, se convirtió definitivamente en el rasgo distintivo de la economía mexicana en los últimos 30 años de este siglo que está por finalizar. La economía mexicana ha operado como una gigantesca plaza financiera mundial en la que ingresan periódicamente enormes cantidades de recursos externos, pero de la que salen aún mayores cantidades hacia los mercados foráneos de capital. La deuda se ha incrementado proporcionalmente, pero su servicio, o sea el pago de intereses y amortización, lo ha hecho geométricamente. Así con la internacionalización y liberación del sector financiero, han crecido los márgenes de crecimiento - declinación de la economía mexicana. Esto es, cada vez nos recuperamos más rápido, pero también más rápido y más profundas han sido las crisis de la economía
De esta forma el sector privado nacional ha recurrido a los capitales extranjeros para sostener sus inversiones en México y en el mundo. La crisis de 1994 cambió en cierta medida la predisposición a adquirir créditos en el exterior, por las consecuencias de la devaluación y el peligro de consecuentes devaluaciones. Sin embargo, la ausencia de capitales nacionales dispuestos al riesgo, ha obligado a los empresarios mexicanos a renegociar pasivos en el extranjero con el fin de sobrevivir financieramente.
Otro elemento muy importante a escala internacional es el relativo al cambio en la estrategia del sector financiero mundial, que pasó de reciclar los petrodólares de la banca internacional en la década de los 70 en las economías de América Latina y otras regiones del mundo, a la movilización de recursos financieros provenientes de fondos de pensiones y capitales formados preferentemente en los Estados Unidos que implicaban una aceleración en la búsqueda de ganancias en los llamados mercados emergentes. Estos países recibían en 1982 más del 80% de los flujos financieros a través de la banca internacional para reducirlos hasta un 20% en la década de los 90. Así los financiamientos por medio de acciones u obligaciones reemplazaron a las líneas de crédito bancarias.
La deuda ha tenido efectos importantes no sólo sobre la inversión y el crecimiento, al restarnos capitales que de otra manera podrían utilizarse para la reinversión en áreas rentables o incluso en nuevos campos de la industria del próximo siglo, campos en los que prácticamente el capital nacional no ha podido incursionar. México se convirtió en un exportador de capitales en lugar de mercancías, después de la crisis del petróleo y la deuda, que desde 1982 implicaba capital nuevo para pagar el capital adeudado, pasando a depender cada vez más de la inversión extranjera para el desarrollo de su economía. Así, un mayor endeudamiento provocaba la necesidad de una mayor apertura para la inversión extranjera y de ésta, la de portafolio, que no agregaba riqueza al país, se convirtió en los últimos años en la más importante
En un país con una deuda externa muy grande la fuente de divisas generadas por la exportación se convierte en un factor no sólo importante y clave, sino estratégico para su futuro. La economía del país debe pagar los costos de la deuda y generar ahorro para cubrir las inversiones de expansión, por eso parte de la explicación de los límites a la expansión económica proviene de la evolución de la exportación de bienes y servicios en nuestro país que pese a cambios muy notables no ha podido convertirse en el pivote del nuevo despegue de la economía mexicana.
Como se sabe hemos transitado en los últimos veinte años de la política de sustitución de importaciones aplicada desde los años 50 al modelo exportador de bienes manufacturados. Un viejo problema estructural en la etapa del proteccionismo fue la incapacidad de generar un sector manufacturero con capacidad tecnológica y de calidad que pudiera convertirse rápidamente en un sector altamente exportador. Se pensó que la apertura de la economía se pensó podía activar todos los mecanismos para fortalecer el sector exportador en su totalidad, sin embargo el balance ha sido hasta ahora muy desigual y sus beneficios por lo tanto han tendido a dirigirse hacia los sectores más modernos y vinculados desde antes de la apertura con el exterior.
Esta falla estructural, que ha impedido el efecto modernizador en vastos sectores de la manufactura, ligado a la falta de integración con la pequeña y mediana empresa han sido determinantes para inhibir la expansión del sector exportador. México no ha tenido propiamente, como en el caso de varias de las economías del este y sudeste de Asia, un auge sostenido de las exportaciones. Más bien el crecimiento de las exportaciones se ha dado en los años que siguen a una crisis de la economía y a la devaluación, que provocan tanto la pérdida del mercado como la competitividad de las mercancías mexicanas. También, la caída de las importaciones se da como efecto de las crisis, provocando un mejoramiento en la balanza comercial, lo que se pierde una vez que las recuperaciones vuelven a darse y con ello el aumento de las compras del exterior. Como no se ha combinado un programa de sustitución de importaciones, que no sería sino la expresión del fortalecimiento del mercado nacional vía las empresas que operan en este radio de acción, con la política de exportaciones, la economía en realidad queda sujeta a los vaivenes de las coyunturas, y eso es precisamente lo que ha acontecido en los últimos años. Los saldos positivos se convierten en negativos hasta que arriba una nueva crisis y con ella se reinicia un nuevo ciclo.